“La comunicación es la única tarea que no puedes delegar”, Roberto Goizueta

Delegar es definido por la RAE como “dar la jurisdicción que tiene por su dignidad u oficio a otra, para que haga sus veces o para conferirle su representación”. Delegar es encomendar algo a otra persona, ya sea un proyecto o una tarea, llevando implícito la confianza que tienes que depositar en la persona en la cual delegas.

Delegar es una habilidad asertiva, muy relacionada a su vez con el “aprender a decir no”. Las personas tenemos el mismo derecho a “decir sí” que a “decir no”; sin embargo, a algunas personas les cuesta más “decir no”, ya que no es una práctica bien vista socialmente. Cuando somos pequeños, a partir de los dos años, nos sentimos libres y con el derecho a decir no. Decimos “no” a todo aquello que no queremos, a lo que no nos gusta, incluso decimos “no” porque sí, como el simple hecho de expresar nuestra personalidad. Sin embargo, a medida que vamos creciendo, los convencionalismos sociales, el resultar agradables, amables y serviciales nos hace “decir sí”, cuando nuestra necesidad interna nos pide “decir no”.

A las personas suele costarnos delegar porque choca con nuestras creencias. Desde pequeño se nos ha enseñado que, si queremos algo bien hecho, tendremos que hacerlo nosotros mismos. Suele resultarnos fácil delegar alguna tarea a personas externas, como puede ser que te pinten tu casa, te hagan un plan de viabilidad o te asesoren sobre dónde invertir. Sin embargo, cuando se trata de delegar tareas dentro de nuestro equipo profesional, suele sernos más difícil por creencias del tipo “yo soy la única persona que puede hacerlo bien”, “cuando delego, acabo teniendo que revisarlo porque hay fallos”, “nunca lo entregan a tiempo”.

Las creencias no son buenas, ni malas, aunque hay que estar atentos para reconocer cuáles nos potencian y nos permiten avanzar, crecer, desarrollarnos y cuales, al contrario, nos limitan y nos impiden desarrollarnos.  Delegar suele ser una de las que más limitan, acabas haciendo tareas que son de tu responsabilidad, tareas que no lo son, pero has considerado que las haces mejor. Todo esto te hará sacrificar tu tiempo, dedicar más horas y acabar con sensaciones de frustración, irritabilidad, desmotivación.

Sin embargo, “decir sí” cuando en nuestro fuero interno queremos “decir no”, puede acarrearnos disfunciones y otras consecuencias personales y profesionales. En primer lugar, nuestra autonomía y legitimidad se ve amenazada. Nos podemos estar traicionando y quizás no estamos siendo sinceros con nosotros mismos, ni nos estamos respetando. “Decir sí” cuando queremos “decir no”, es un acto mediante el cual no estamos escuchando lo que necesitamos y podemos estar atentando a nuestra propia dignidad como personas. Poner ciertos límites es un acto de autenticidad y nos hace ponernos en valor en una relación, sentimos respeto por nosotros mismos y así lo expresamos ante los demás, sintiéndonos con el derecho de “decir no”.

Aprender a delegar implicará conocer bien a tu equipo, saber cuáles son las fortalezas de cada uno de los integrantes, para decidir qué puedes delegar a quién. Valora qué actividades son las que pueden ser delegadas, así como cuáles dejan de ser tu responsabilidad, porque pasan a serlo de la persona en la que delegas y cuáles han de tener un seguimiento por tu parte, porque siguen siendo tu responsabilidad. ¿Qué puedes hacer para ese seguimiento? ¿De qué manera vas a empezar a conocer a tu equipo y a descubrir las tareas delegables?

La capacidad de delegar requiere grandes dosis de confianza, además de tener claro que se asumen una serie de riesgos, puesto que la persona en quien delegas puede equivocarse, no cumplir plazos. Puede ser interesante aclarar qué pasará en esos casos. Sin embargo, recuerda que este será el precio que has de pagar para que esa persona aprenda y tú te liberes de tiempo.


A la hora de delegar es importante también hablar de la distinción entre peticiones y oferta, asegúrate que has hecho una petición clara a la otra persona, has aclarado dudas y todos los puntos importantes para esa tarea están clarificados y entendido. Una manera más productiva de enfocar las peticiones y ofertas sería expresarlas de una forma abierta, directa, clara y honesta, sin perder tiempo en las posibles consecuencias negativas. Si la respuesta es afirmativa lograremos aquello que necesitamos y, si es negativa, ahorraremos tiempo en elucubraciones y podremos buscar otras opciones.

Mensajes asociados a un líder que delega:

  • “Algunas cosas yo no sé hacerlas, tengo a mi equipo para ello”
  • “Confío en el desarrollo que harán de las tareas, no me da miedo delegar”
  • “Ayudo a desarrollar el talento de los que forman mi equipo”
  • “Apoyo la toma de decisiones de mi equipo, les entreno para que sean críticos, responsables y asertivos”
  • “Todo el equipo ha de estar implicado en los proyectos, les doy protagonismo”

Mensajes asociados a un líder que no delega:

  • “Yo lo hago más rápido”
  • “Con el tiempo que invierto en explicárselo a alguien, ya lo hago yo”
  • “Al final nunca lo hacen como a mí me gusta. Yo lo hago mejor”
  • “No entienden bien lo que yo quiero”
  • “Tengo que tener el control, hay cosas que no se pueden delegar”
  • “Tardan mucho más tiempo en hacerlo, prefiero hacer antes”

¿Qué te parece este post? ¿Cuál consideras que es la mejor manera para delegar?